Tres veces por día la tradición judía nos invita a alejarnos de nuestra rutina mediante nuestra plegaria.
En hebreo la palabra que utilizamos por oración es Tefila, y su raíz esta directamente ligada con la idea de ser juzgados, de tener la capacidad de poner nuestras acciones y nuestra alma en manos de Dios para que Él juzgue como estamos utilizando sus dones y cada una de las capacidades creativas que nos ha entregado.
Al famoso Rebe de Kotzk le preguntaron ¿dónde habita Dios?
A lo que respondió, en todo lugar donde lo dejan entrar.
Nuestra oración es la puerta por la que Dios ingresa en nuestra vida.
Es nuestra forma de expresarle que aceptamos el desafío de ser sus socios en el proceso de creación y trabajar cada día para que su palabra se transforme en acción y así poder cumplir con nuestra sagrada tarea de curar y transformar en mundo.
No nos alejamos del mundo cuando rezamos.
Entrando al mundo con mas profundidad tratando de sacar a la luz cual es nuestro deber y así encontrar la fuerza y el coraje que emanan de la fuente infinita de vida.
La plegaria judía esta organizada en base a dos pilares centrales:
La recitación del texto del Deuteronomio conocido como Shema Israel (oye Israel) y sus bendiciones, y la AMIDA, un conjunto de 19 bendiciones que se dicen de pie y en silencio y que representan un diálogo con Dios.
Los rabinos del Talmud en el tratado de Brajot (bendiciones)cuentan que las personas piadosas se preparaban una hora antes de la plegaria en silencio para poder concentrarse y así orar con Kavana, con intención.
El termino Kavana (intención) es tal vez la clave de la plegaria.
Los diferentes rabinos a través de la historia han logrado la concentración en la Tefila por diferentes medios.
Algunos preparándose en silencio, otros meditando en el nombre inefable de Dios compuesto por cuatro letras hebreas.
Algunos entonando nigunim, melodías sin letras que se van repitiendo para vaciar nuestra mente de todo pensamiento extraño y así poder recibir solamente a Dios en nuestro ser. Y no falto aquel que recomienda la meditación mediante la escritura o la danza.
Rabi Najman de Bratzlav sugiere la Hitbodedut que consiste en salir al bosque o encontrar un lugar apartado y derramar toda nuestra alma en Dios en forma de un diálogo intimo que incluyen gran variedad de expresiones , pedido de perdon, gratitud, necesidades, etc.
Es por eso que muchos maestros jasídicos ( Mov. De renovación espiritual judía que comenzó a medidos del 1700 en Europa oriental) sostienen que no debemos pensar en que nuestra oración debe tener una respuesta, la oración misma ya es la respuesta.
Nuestra capacidad de orar en sí misma representa nuestra apertura a un Dios trascendente y nuestra salida del encierro que nos impone el Yo.
Originalmente este texto aparecio a fines del 2003 en una revista cristiana de mendoza.
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