Sábado 27 de Septiembre de 2008
Nuevo año para el pueblo judío
Señor Director:
La noche de este 29 de septiembre marcará el inicio de un nuevo año para el pueblo judío, el año 5769. La celebración rememora la creación del mundo y del ser humano. El motivo de la festividad le otorga a Rosh Hashaná un mensaje universal y pleno de significado, y es que el ser humano debe continuar la tarea de la creación transformando al mundo en un lugar digno de la presencia divina.
El comienzo del año hebreo enmarcado entre el año nuevo, Rosh Hashaná, y el Día del Perdón, Yom Kipur, diez días después, nos impone revisar nuestra escala de valores y prioridades para poder utilizar nuestro tiempo en los proyectos personales y colectivos que nos permitan crecer en familia, en comunidad y como miembros de una sociedad abierta. Para comenzar a hacer hoy las pequeñas cosas que hacen una gran diferencia.
El judaísmo concibe al ser humano como un socio de Dios en la tarea de construir un mundo mejor. Pero, ¿cómo definimos un mundo mejor? La visión de los profetas es elocuente: "No alzará espada nación contra otra ni se ejercitarán más para la guerra" (Isaías 2:4)
El profeta Miqueas (6:8) agrega que el Creador pide al ser humano: "Hacer justicia, amar la bondad y caminar humildemente con Dios". Esto es lo que nos guiará hacia un mundo mejor: el compromiso con Dios, con la familia humana y con la creación. Por otro lado, el judaísmo nos invita a disfrutar de las cosas buenas de la vida: "Come tu pan con alegría y bebe tu vino con deleite" (Eclesiastés 9:7). Nuestros sabios enseñan que al final de la vida, cada uno deberá rendir cuentas por todas aquellas cosas que -habiendo sido creadas por Dios- se ha rehusado a disfrutar. El rabino A. J. Heshel destacaba la importancia de "recordar que la vida es o puede ser una celebración; por ello, una de las cosas más importantes es enseñarle al hombre a celebrar".
El inicio de un año judío combina ambos elementos, celebrar gozosamente la presencia de Dios en nuestras vidas y asumir nuestras responsabilidades en el mejoramiento del mundo.
En Rosh Hashaná hacemos una profunda introspección. La vida es un regalo de Dios, y nuestra forma de agradecerla es revisando cuidadosamente qué estamos haciendo con ella. Tomar conciencia de las coordenadas de nuestra existencia, evaluar nuestras acciones en el año que termina, revisar nuestras relaciones interpersonales es la tarea para estos días de reflexión.
Tres son las herramientas que usaremos en este proceso. La tefilá, oración, para intentar ascender desde lo cotidiano y evocar lo trascendente, para contactarnos con la Fuente de todo, con el Creador de todo, con Quien nos hace hermanos y se alegra con nuestro retorno a Él.
Justamente, es el retorno al camino adecuado la segunda herramienta. En hebreo, retorno se dice teshuvá, que también significa respuesta. Debemos volver al camino correcto, al amor a todos los seres humanos, sin distinción; a la tierra que nos cobija, cuidándola y preservándola. Debemos resguardar los valores básicos de respeto: a la vida, a la familia, a los ancianos, a los maestros. Debemos mirar hacia adentro de nosotros mismos y mejorar todos los aspectos de nuestro ser. Así, al mejorar internamente como seres humanos, estaremos en condiciones de mejorar también nuestras relaciones con nuestro prójimo y con la sociedad.
Así, pues, la tercera herramienta es la tzedaká, el desprendimiento generoso, la salida del egoísmo, la búsqueda de la justicia y la misericordia apoyando al desamparado, al desposeído, al enfermo y al necesitado. Haciendo nuestras las palabras del Levítico (19:18): "Ama a tu prójimo como a ti mismo, porque Yo soy Dios".
En esta hora de celebración de un nuevo año del calendario judío -compartiendo con toda la familia humana cuya creación recordamos en el marco de la festividad- elevamos fervientemente nuestras plegarias para que Dios nos conceda vivir de acuerdo a Sus palabras. Para que podamos como humanidad acercarnos a Dios en una oración trascendente, que podamos recuperar la brújula que nos indique el camino correcto y volcarnos al prójimo en amor.
Albert Einstein afirmaba: "Hay dos modos de vivir la vida: una, creyendo que nada es un milagro; la otra, como si todo lo fuera". Que en el año que comienza podamos reconocer los milagros que nos ro-dean. Y que en ellos esté nuestra tarea de reparación, junto a la bendición de Dios.
RABINO ALEJANDRO BLOCH
RABINO MARCELO KORMIS
RABINO EFRAIM ROSENZWEIG
RABINO SAMUEL SZTEINHENDLER
RABINO EDUARDO WAINGORTIN
RABINO DANIEL ZANG
Esta carta salio publicada el Sabado 27 de Septiembre en el Diario EL\l MErcurio de Santiago de Chie.
Nuevo año para el pueblo judío
Señor Director:
La noche de este 29 de septiembre marcará el inicio de un nuevo año para el pueblo judío, el año 5769. La celebración rememora la creación del mundo y del ser humano. El motivo de la festividad le otorga a Rosh Hashaná un mensaje universal y pleno de significado, y es que el ser humano debe continuar la tarea de la creación transformando al mundo en un lugar digno de la presencia divina.
El comienzo del año hebreo enmarcado entre el año nuevo, Rosh Hashaná, y el Día del Perdón, Yom Kipur, diez días después, nos impone revisar nuestra escala de valores y prioridades para poder utilizar nuestro tiempo en los proyectos personales y colectivos que nos permitan crecer en familia, en comunidad y como miembros de una sociedad abierta. Para comenzar a hacer hoy las pequeñas cosas que hacen una gran diferencia.
El judaísmo concibe al ser humano como un socio de Dios en la tarea de construir un mundo mejor. Pero, ¿cómo definimos un mundo mejor? La visión de los profetas es elocuente: "No alzará espada nación contra otra ni se ejercitarán más para la guerra" (Isaías 2:4)
El profeta Miqueas (6:8) agrega que el Creador pide al ser humano: "Hacer justicia, amar la bondad y caminar humildemente con Dios". Esto es lo que nos guiará hacia un mundo mejor: el compromiso con Dios, con la familia humana y con la creación. Por otro lado, el judaísmo nos invita a disfrutar de las cosas buenas de la vida: "Come tu pan con alegría y bebe tu vino con deleite" (Eclesiastés 9:7). Nuestros sabios enseñan que al final de la vida, cada uno deberá rendir cuentas por todas aquellas cosas que -habiendo sido creadas por Dios- se ha rehusado a disfrutar. El rabino A. J. Heshel destacaba la importancia de "recordar que la vida es o puede ser una celebración; por ello, una de las cosas más importantes es enseñarle al hombre a celebrar".
El inicio de un año judío combina ambos elementos, celebrar gozosamente la presencia de Dios en nuestras vidas y asumir nuestras responsabilidades en el mejoramiento del mundo.
En Rosh Hashaná hacemos una profunda introspección. La vida es un regalo de Dios, y nuestra forma de agradecerla es revisando cuidadosamente qué estamos haciendo con ella. Tomar conciencia de las coordenadas de nuestra existencia, evaluar nuestras acciones en el año que termina, revisar nuestras relaciones interpersonales es la tarea para estos días de reflexión.
Tres son las herramientas que usaremos en este proceso. La tefilá, oración, para intentar ascender desde lo cotidiano y evocar lo trascendente, para contactarnos con la Fuente de todo, con el Creador de todo, con Quien nos hace hermanos y se alegra con nuestro retorno a Él.
Justamente, es el retorno al camino adecuado la segunda herramienta. En hebreo, retorno se dice teshuvá, que también significa respuesta. Debemos volver al camino correcto, al amor a todos los seres humanos, sin distinción; a la tierra que nos cobija, cuidándola y preservándola. Debemos resguardar los valores básicos de respeto: a la vida, a la familia, a los ancianos, a los maestros. Debemos mirar hacia adentro de nosotros mismos y mejorar todos los aspectos de nuestro ser. Así, al mejorar internamente como seres humanos, estaremos en condiciones de mejorar también nuestras relaciones con nuestro prójimo y con la sociedad.
Así, pues, la tercera herramienta es la tzedaká, el desprendimiento generoso, la salida del egoísmo, la búsqueda de la justicia y la misericordia apoyando al desamparado, al desposeído, al enfermo y al necesitado. Haciendo nuestras las palabras del Levítico (19:18): "Ama a tu prójimo como a ti mismo, porque Yo soy Dios".
En esta hora de celebración de un nuevo año del calendario judío -compartiendo con toda la familia humana cuya creación recordamos en el marco de la festividad- elevamos fervientemente nuestras plegarias para que Dios nos conceda vivir de acuerdo a Sus palabras. Para que podamos como humanidad acercarnos a Dios en una oración trascendente, que podamos recuperar la brújula que nos indique el camino correcto y volcarnos al prójimo en amor.
Albert Einstein afirmaba: "Hay dos modos de vivir la vida: una, creyendo que nada es un milagro; la otra, como si todo lo fuera". Que en el año que comienza podamos reconocer los milagros que nos ro-dean. Y que en ellos esté nuestra tarea de reparación, junto a la bendición de Dios.
RABINO ALEJANDRO BLOCH
RABINO MARCELO KORMIS
RABINO EFRAIM ROSENZWEIG
RABINO SAMUEL SZTEINHENDLER
RABINO EDUARDO WAINGORTIN
RABINO DANIEL ZANG
Esta carta salio publicada el Sabado 27 de Septiembre en el Diario EL\l MErcurio de Santiago de Chie.