Hace pocos días visite la oficina de un amigo, y en su escritorio tenia una manito sobre un cristal y algo que parecía piedra de Iersuhalaim con la inscripción, Bli Ain hara, que significa, literalmente sin mal de ojo.
Ojitos azules, cintas rojas, y manitos de todo tipo, escupir en el piso simbólicamente y otros tantos gestos y elementos nos acompañan casi sin darnos cuenta en nuestra vida cotidiana.
Para algunos son una manifestación de los aspectos populares dentro del ser humano que necesita protegerse contra fuerzas ocultas y desconocidas, para otros manifestación de supersticiones que todas las culturas poseen, y que deberían erradicarse.
Pero que dicen las fuentes judías sobre el tema?
El Famoso Rabino Louis Jacob, en su libro la Religión judía, editado Oxford University Press. hace un recorrido por las fuentes y define el mal de ojo como: la la habilidad de producir resultados negativos mediante una mirada maliciosa. En muchas culturas se cree que existen personas que tienen el poder de enviar pro asi decirlo, rayos o energías que pueden daniar a aquellas personas que ellos envidian o les desagradan.
En la Mishna:
En el tratado de Avot, conocido como el tratado de principio o la ética de los padres, en el capitulo 2, Mishna 9, El Rabi Iojanan desafiá a sus discípulos a encontrar cual es la senda correcta a la que un hombre debe adherirse, y el primero de los alumnos responde, Ain tova, un buen Ojo, o un Ojo positivo.
Mas adelante, cuando el mismo los interroga acerca de cual es la mala senda de la que hay que alejarse, el mismo alumno responde Ain Ra, un mal ojo.
Buen ojo y mal ojo!
El buen ojo es comprendido como la capacidad de ver positivamente y alegrarse de la suerte y prosperidad de otros.
Esto se significaría ver lo bueno en todas las cosas, en todas las personas.
El Mal ojo es interpretado como una característica de una persona que no puede soportar la buena suerte de otro, su fortuna en la vida, sus éxitos.
En el Talmud:
Este concepto es desarrollado un poco mas en el Talmud y se da un paso mas allá, y ya no se habla solamente de una persona que no se alegra con el bien que hay en otro, sino que debido a su envidia, rencor, tiene la capacidad de causar daño a esa otra persona debido a que posee de algún tipo de poder especial.
De allí el sinnúmero de practicas de las que hemos hablado anteriormente para defenderse de ese poder negativo.
Entre ellas el Talmud en el tratado de Brajot pagina 55b menciona una costumbre para defenderse del mal de ojo que consistiría en tomar los pulgares de nuestras manos y decir, Yo pertenezco a la descendencia de Iosef Hatzadik, y el Mal de Ojo no puede influenciar en mi.
Esta práctica, lo que hace efectivamente hace entre otras cosas, es reforzar la seguridad personal y asi no permitir que la negatividad real o supuesta de otro cause daño alguno.
Entonces cabe la siguiente pregunta:
El mal de ojo tiene influencia debido a la persona que envida o quiere hacer daño o en la persona que se siente vulnerable?
Cuando una persona se siente segura y confiada en lo que es y de su verdadero valor, podría contrarrestar todas las miradas envidiosas y despectivas.
¿Por qué debemos recordar a Iosef el Tzadik y su descendencia para no sufrir del mal de ojo?
¿Por qué justamente Iosef Hatzadik?
Iosef fue envidiado, despreciado, pero sin embargo tenía recursos personales que le permitieron subsistir a todas las dificultades.
Fue arrojado a un pozo, fue vendido como esclavo, fue acosado por la esposa de su jefe, fue enviado a la cárcel, hasta que desde allí emergió con más fuerza hasta transformarse en el segundo del Faraón y así salvar a Egipto y a su familia del Hambre.
¿Cuál fue el secreto de Iosef?
Su confianza en Dios.
En cada una de los escollos a los que se enfrento tenia fe en D/s, a tal punto que al mismo Faraón le dice que el no podrá descifrar los famosos sueños de las vacas y las espigas, sino que la interpretación viene de Dios mismo.
Conclusión.
A pesar de que grandes maestros como Rambam, Maimonides, desestimaron el Mal de Ojo, catalogándolo como una creencia supersticiosa, podríamos pensar que en reforzar nuestra verdadera fe en Dios, dedicándonos al estudio y a las Mitzvot, reconociéndonos como miembros del pueblo de Israel con una misión especial que implica una tarea de mejorar y reparar el mundo, nos daría la suficiente fuerza interior para que ninguna mirada negativa nos pueda producir mal alguno.
Publicado Originalmente en la Revista Shalom,Julio 2010.