Thursday, May 14, 2009

31 de Omer bis.En el palacio.

El calor a las 11 de la mañana, hora que abría sus puertas el museo, era insoportable.
Humedad del 90 %.
Pero en el patio posterior estaba agradable, hasta se escuchaban algunos pájaros y ellos hicieron que mis pensamientos volaran a otra escena.
Hace un par de cientos de años, el ajetreo de la calle se habría metido en el patio, a pesar de los muros elevados.
Como habrán acallado los gritos de los torturados,
Como habrán silenciado las conciencias de los transeúntes, de los curiosos, o de los funcionarios?
La mañana habría seguido su curso.
El inquisidor habría entrado a su tarea a la hora que correspondía, habría anotado en su libro cada respuesta de los acusados, de los acusadores, de los testigos.
Habría almorzado con sus mejores cubiertos de plata, compartido una conversación amable con sus invitados, y bromeado sobre el buen vino o las frutas tropicales.
Y al terminar su día, se habría dirigido a su casa para descansar.
El mural que relata historia de la inquisición, da cuenta de esa forma de contar la historia, como algo cotidiano, administrativo, que no deberíamos demonizar tanto.

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